Crazzy BoomBoom(8)

martes, 15 de marzo de 2011

Mi vida junto a Dios.

Huellas en la arena
Vivia la vida al máximo, sin interesarme nada... Entre fiestas, amigos, borracheras y demás, se me iban los dias y las noches enteras de mi vida. Hace aproximadamente 9 meses, cai en un estado de ansiedad y depresión, un estado de cansancio físico y mental, el cual me estaba llevando a mi fin. Fueron dos meses de estar encerrada, en mi habitación, sola, en cama, sin comer casi nada, sin hablar con nadie, completamente aislada de la sociedad. No tenía ya motivos de salir adelante, sentía que el estado en el que me encontraba, era el estado en el que toda mi vida iba a estar. Mi papá comenzó a hablarme de Dios, y de lo maravilloso que es tenerlo en nuestras vidas. Tímidamente, sin ganas y con el motivo unicamente de complacer a mi padre, comencé a asistir a la iglesia. El primer día, me sentí pura, me sentí renovada. Encontré un nuevo motivo y una nueva esperanza de vida que me llenó por completo el alma. Seguí enferma, pero con ésa motivación y esas ganas que me fueron dando mas fuerzas para salir adelante y para buscar ayuda profesional para aliviarme y funcionó. Bueno, este es un resumen breve de un episodio muy difícil de mi vida, el cual ahorita está completamente superado, gracias a Dios y a las personas que me apoyaron durante todo ése tiempo que para mi fué eterno. Les comparto una pequeña historia que me gusta mucho...
Una noche tuve un sueño... soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida.
Por cada escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran las mías y las otras del Señor.
Cuando la última escena pasó delante nuestro, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la arena.
Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me perturbó y pregunté entonces al Señor: "Señor, Tu me dijiste, cuando resolví seguirte, que andarías conmigo, a lo largo del camino, pero durante los peores momentos de mi vida, había en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo porque Tu me dejaste en las horas en que yo más te necesitaba".
Entonces, El, clavando en mi su mirada infinita me contestó: "Mi querido hijo. Yo te he amado y jamás te abandonaría en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas fue justamente allí donde te cargué en mis brazos".